Se trata quizás de una de las situaciones más incómodas que debemos enfrentar, hasta que aprendemos a emplear recursos psicológicos.

Decir ‘no’ es empoderarnos y demostrar seguridad en nosotros mismos. Poner límites es una prueba difícil en casi todos los escenarios y uno de los mejores termómetros de madurez.

Decir ‘no’ es la mejor manera de proteger nuestros límites, de cuidarnos y de crecer sin buscar la aprobación constante de los otros. Aprender a decirlo no significa ser desagradable o resultar áspero. Se puede conseguir de un modo amable, sin herir, defendiendo nuestra postura y sin hacer daño al de enfrente.

Veamos cómo hacerlo con las personas que más nos cuesta, con aquellos que nos importan:

Primero: identifica qué límites quieres poner y con quién.

Una pregunta previa consiste en saber en qué áreas se está dejando llevar más: ¿es con la pareja?, ¿con el jefe?, ¿con los compañeros?, ¿cómo lo consiguen, cuando se ponen agresivos, cuando le adornan la petición… o siempre le ocurre? Eso le dará pistas. Una vez identificado, póngase un objetivo concreto y pruebe con los siguientes pasos.

Segundo: dé una respuesta de un modo amable, basada en los objetivos, pero sin demasiadas explicaciones

“No puedo ayudarte con este informe, porque me han pedido que entregue este otro mañana y voy muy mal de tiempo”, por ejemplo. No caiga en justificaciones infinitas, que aburren al interlocutor y le hacen perder fuerza; o en excusas fácilmente desmontables. Si dice, “no puedo ir a tu fiesta porque no tengo tiempo para preparar nada de comida”, la otra persona puede responderle que se encarga de todo o que debajo de su casa hay una tienda donde puede comprar algo… Con su respuesta, le desmonta la excusa.

Tercero: incluya la técnica de la negociación.

Siguiendo con el ejemplo anterior de la fiesta, puede decir que no va ese día por un motivo, pero como le apetece verle, le propone que se acerca otro día. O en el caso del compañero de trabajo que le solicita un informe, le dice que no puede en ese momento, pero que cuando termine el que está preparando puede ayudarle. De ese modo, abre una ventana de oportunidad.

Cuarto: explique el impacto tomando como referencia a una tercera persona.

Podría ser: “si hago esto que me pides, tendría que decirle que no a fulanito”. De esta manera, su posición queda más protegida y tiene un argumento de fuerza. Esto ocurre muchas veces en temas familiares: “No puedo acudir a esta reunión porque le he prometido a mi hijo acompañarle en un evento del colegio”, por ejemplo.

Fuente: Agencia Sapiens

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