Los próximos meses son un juego de espera. No hay ningún secreto de que la pandemia sacudió el sistema de salud en muchos países del mundo y destacó las debilidades en demasiados niveles dentro del sistema. Desde la falta de suministros médicos hasta la falta de personal capacitado y la debilidad en el manejo de crisis. Seguro que el mundo ahora, después de 4 meses del inicio de la pandemia, está más preparado, con millones de fábricas dedicando horas de producción de dispositivos médicos y de prevención. Se ha mejorado la calidad de las pruebas en uso para la detección del virus y también la calidad de la evaluación. Entonces, ¿qué queda realmente?
Según la experiencia que tuvimos en las últimas décadas con otros brotes de virus, el fin de la transmisión y las infecciones con el COVID-19 dependerá de tres cosas:
- Que los científicos desarrollen una vacuna efectiva que pueda proteger a un gran número de la población mundial (idealmente, más del 60%).
- Que los fabricantes encuentren una forma efectiva de producir en masa y entregar dicha vacuna a personas de todo el mundo.
- Que la población mundial desarrolle una inmunidad natural (de rebaño) para que el virus no tenga suficientes huéspedes nuevos para continuar infectando grandes cantidades a la vez.
Con los casos confirmados de COVID-19 en todo el mundo que superan los 4,3 millones y continúan creciendo, los científicos están avanzando en los esfuerzos para desarrollar vacunas y tratamientos para frenar la pandemia y disminuir el daño de la enfermedad y según expertos esperamos que las vacunas estén disponibles para el otoño de 2021, a menos que el virus sufra mutaciones menores, lo que hará que las vacunas actualmente en desarrollo sigan siendo potencialmente útiles…