En el actual panorama político de Estados Unidos, la edad de los candidatos presidenciales ha tomado un papel central en el debate público. A pesar de que solo tres años y medio separan al presidente Joe Biden, de 81 años, de su potencial rival, Donald Trump, de 77 años, la percepción pública sobre su capacidad para ejercer debido a la edad parece inclinarse significativamente hacia el demócrata.

Durante una reciente conferencia, se puso de manifiesto cómo las estrategias de comunicación y la propia conducta de Trump han contribuido a forjar una imagen de vigor y agilidad mental, en contraste con la imagen más reflexiva y pausada de Biden, que algunos interpretan como señal de debilidad o indecisión.

Expertos en comunicación política, como Tammy R. Vigil de la Boston University, señalan que la actitud audaz y fanfarrona de Trump hace que sus seguidores pasen por alto su edad, mientras que la cautela y el detalle en el discurso de Biden resaltan, para algunos, la cuestión de su avanzada edad.

Una reciente encuesta de ABC News/Ipsos reveló que un 27% de los encuestados considera solo a Biden demasiado mayor para el cargo, frente a un 3% que piensa lo mismo de Trump. Este fenómeno se atribuye a una larga campaña de comunicación por parte de los republicanos y la repetición de este mensaje en los medios de comunicación.

El informe del fiscal especial Robert Hur sobre Biden y la retención de documentos clasificados volvió a poner en el candelero su edad, al mencionar una memoria «significativamente limitada» durante su declaración. Este episodio ha reavivado el debate sobre si la edad influye en la capacidad para gobernar.

Los expertos también apuntan a la habilidad de Trump para proyectar una imagen más juvenil, aprovechando su experiencia en el entretenimiento televisivo y técnicas como el tinte de cabello y el autobronceador. Su matrimonio con Melania Trump, 24 años menor que él, contribuye a esta percepción de vitalidad.

En contraste, Biden, con su cabello blanco y luchando contra la tartamudez, enfrenta el desafío de desvincular estos aspectos de la percepción sobre su edad. Algo que podría ser interpretado como un síntoma de envejecimiento, en realidad, tiene más que ver con estrategias para manejar su tartamudez.

Esta diferencia en la percepción pública entre Biden y Trump subraya cómo la edad y la imagen personal juegan un rol crucial en la política moderna, y cómo las estrategias de comunicación pueden influir significativamente en la opinión de los votantes.

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