Hace mucho tiempo, un hombre diseñó una variante de máquina tipográfica que le permitiese a su esposa invidente continuar su labor como novelista. Llamó a su invento: ‘Auto Memory Doll’, y el término sería adoptado para referirse a las profesionistas que se dedicaban a escribir cartas, a petición de clientes, en las compañías postales. En ese mundo que recién se levanta de las cenizas de una guerra, conocemos a Violet Evergarden, una joven huérfana que fue entrenada y utilizada como un instrumento de combate, pero que ahora ha decidido convertirse en una ‘Doll’ en busca de comprender mejor el significado de ciertas palabras dichas por su persona más preciada durante su último encuentro: “Te amo”.
Despejemos dudas primero. Violet Evergarden: The Movie no es un filme recopilatorio ni tampoco debe confundirse con la película side-story Violet Evergarden: Eternity and the Auto Memory Doll (2019). Este largometraje, estrenado en septiembre pasado en Japón, es una secuela ambientada unos cuatro años después de la primera ocasión que vimos a Violet en la serie y brinda una conclusión a su cautivador arco. No es necesario tener frescos en la memoria los eventos previos, puesto que la narrativa es gentil a la hora de aludir a los principales relatos que conformaron esta sobresaliente adaptación de las novelas de Kana Akatsuki, la única obra en obtener el Gran Premio en los Kyoto Animation Awards.
Tampoco entraremos en detalles específicos sobre la trama para no arruinar las sorpresas. En términos generales, la prolífica guionista Reiko Yoshida (Una voz silenciosa) divide el argumento en tres secciones que simbolizan el pasado, el presente y el futuro de nuestra protagonista. Éstas no se entretejen directamente como en Eternity and the Auto Memory Doll; su objetivo aquí es distinto. Violet Evergarden: The Movie es construida como una torre de naipes, un trío de historias superpuestas una sobre otra, y cuando la estructura cede, quedamos indefensos ante una cadena de colapsos emocionales equiparables con el célebre episodio 10. Existe suficiente drama y respeto en la representación del duelo para justificar sus dos horas y 20 minutos de duración, así que la película no teme destrozar tu corazón y ensamblar los pedazos rotos, sólo para repetir el proceso un par de veces más. Al mismo tiempo, las resoluciones de estos relatos tienen un efecto dominó que permite reconfigurar el destino de Violet hacia adelante.
La producción abraza y amplifica la fuerza de cada uno de los elementos que hemos llegado a asociar con Violet Evergarden a través de los 13 episodios de la serie, su OVA y su anterior ejercicio fílmico. Es el capítulo final en el viaje de aquella chica estoica e inexpresiva que sólo conocía la obediencia ciega de la estructura militar y motivada por un deseo simple comprendió el valor de la vida humana, se conectó con sus propias emociones, aprendió a interpretar los sentimientos del resto como nadie y consiguió al fin su libertad. La ex-militar que, a partir de confrontarse con los pasajes de pérdida, dolor y amor de otros en la posguerra, comenzó a sanar, justo como la sociedad que le rodeaba. Y si bien, ésta es la historia de esa ‘Doll’ admirable, a medida que los conflictos de la cinta se desenvuelven, la mayoría del cast obtiene su propio cierre. Por cierto, hay una breve y dulce secuencia poscréditos que no querrán perderse.
Cualquiera que haya disfrutado antes de la transición de las series anime de KyoAni al cine, desde The Disappearance of Haruhi Suzumiya (2010) hasta los filmes de Sound! Euphonium, sabe que el estudio no escatima cuando se trata de traducir los estándares de por sí elevados de sus producciones televisivas a experiencias cinematográficas dignas de la gran pantalla. No obstante, el caso de Violet Evergarden: The Movie fue especial al ser uno de los proyectos que se encontraba en desarrollo cuando ocurrió el fatídico atentado a sus instalaciones en julio de 2019. Los sobrevivientes decidieron que continuar con su arte era la mejor forma de honrar el legado de sus colegas y amigos caídos, como la directora de arte Mikiko Watanabe. Y el resultado es impecable, lo mejor que la franquicia ha lucido, lo cual ya es decir demasiado cuando nos referimos a uno de los títulos mejor logrados del medio a nivel técnico en la era moderna.
Desde su concepción, la saga comandada por el director Taichi Ishidate —apoyado en la estrella en acenso Akiko Takase, directora de animación y diseñadora de personajes— le ha prestado una atención meticulosa y sutil a cada detalle para hacer que el mundo de Violet Evergarden se sienta vivo. El paso del tiempo es uno de los elementos que salta a la vista en la película, se manifiesta en las facciones de los protagonistas y el desgaste de algunos vestuarios, así como en las revoluciones tecnológicas que tienen lugar en el fondo dentro de un país que vive un período de crecimiento acelerado durante el período de paz. Ese mismo cuidado es puesto en la delicada animación de los movimientos y expresiones faciales, en los deslumbrantes escenarios, así como en decenas de personajes terciarios y props que hacen verosímil este universo ficticio, inspirado en las naciones europeas de la primera mitad del siglo XX.