La lucha de más de una década por parte de ambientalistas de Bacalar para evitar el uso de glifosato en las siembras aledañas al sistema lagunar ha tenido una luz en el camino, tras el anuncio del presidente de la República sobre la prohibición de este herbicida a partir de 2024.

Marco Jericó Nava, integrante del Consejo Biorregional de Bacalar, expuso que tras varios años de señalar las consecuencias para la salud humana y el medio ambiente de este químico, aplauden la postura definitiva del Gobierno federal para restringir su comercialización.

En el municipio de Bacalar, este químico es utilizado principalmente en los monocultivos industriales de soya, en territorios adquiridos por comunidades menonitas.

“Lo que sucede en el territorio impacta directamente en la calidad del agua de la laguna”, comentó Jericó Nava.

La mayor parte de la población depende económicamente de la laguna de los Siete Colores, además de ser uno de los ecosistemas más importantes de la región e incluso del mundo, por su complejo hábitat de estromatolitos.

Un experimento realizado con glifosato y un fragmento de estromatolito da cuenta de la gravedad del asunto, afirma el especialista. Cuando le añades glifosato al estromatolito, conformado por miles de cianobacterias, literalmente las disuelve como ácido.

Esta solución que se utiliza para controlar la maleza de las siembras contamina el suelo de la zona a gran escala, pues se trata de plantaciones de cientos de hectáreas, añade.

El decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación señala que paulatinamente se deberá dejar de utilizar esta sustancia, misma que podrá ser sustituida por «por alternativas sostenibles y culturalmente adecuadas, que permiten la producción y resulten seguras para la salud humana y la diversidad biocultural del país».

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