“Me quedo con todo lo bueno que me dio en la vida, sus consejos y amor incondicional. Gracias por todo, Dios quiso que así fuera, dejas un dolor muy grande, pero ya no estás sufriendo”, escribió Sirenia en su cuenta de Facebook, después de que el COVID-19 le arrebatara a su padre.
Hace exactamente un año, Quintana Roo registró la primera muerte por COVID: un hombre de 74 años. Desde el 26 de marzo de 2020 hasta el momento, las redes sociales se han llenado de conmovedores mensajes dedicados a quienes fueron víctimas directas de la pandemia.
Así como Sirenia, muchos más tienen que utilizar este medio para poder despedirse y cerrar su ciclo de duelo, ante la imposibilidad de hacerlo en un funeral.
Uno de los aspectos más dolorosos que ha dejado la pandemia es que muchas de las familias que perdieron uno, dos o más integrantes, no pudieron dar un último adiós a sus seres queridos.
En lugar de partir de este mundo rodeados por quienes los amaron la mayoría de los afectados fallecieron prácticamente solos, acompañados únicamente por máquinas de supervivencia, así como médicos y enfermeras que intentaban mantenerlos con vida.
La delicada situación de la pandemia no permitió un último beso, un abrazo o palabra de despedida; pocos fueron los afortunados de contar con un dispositivo electrónico para enfrentar el proceso.
Una de las enfermeras de las enfermeras del Hospital General de Cancún contó a Novedades Quintana Roo:
“Nos mandan cartas y nosotros las leemos, aunque el monitor ya no da signos vitales, sabemos que el sentido del oído es lo último que se pierde.
En una ocasión, pudimos hacer una videollamada con una paciente de 24 años, tenía dos pequeños que le dijeron lo mucho que la querían y que deseaban volver a estar con ella; desafortunadamente falleció al poco tiempo de terminar la llamada”.